Una de las cuestiones más valiosas en el fútbol es la toma de consciencia sobre los distintos principios a tener en cuenta dependiendo del rol que esté ocupando en un momento dado. Ellos los llamaron “espacios 1, 2 y 3”, otros lo llaman (por ejemplo, en ataque) “poseedor de balón, jugadores cercanos y alejados”. Lo destacado, además de poder reflexionar, como formador, en qué feedback transmitir a los jugadores en función de su participación, es la importancia que se le da al espacio 2: muchas de las cosas que acontecen o que dejan de suceder en determinados momentos dependen menos de lo que decida el jugador en espacio 1 (por ejemplo, poseedor de balón) que de cómo actúan los jugadores en espacio 2. Poder conversar y reflexionar sobre estas cuestiones terminan enriqueciendo muchísimo la formación del formador y, en última instancia, del deportista.

Uno de los grandes déficits que noto a la hora de realizar análisis tácticos es la falta de objetivos. Quien analiza no es del todo consciente de las preguntas que quiere contestarse. Como consecuencia de ello, lo que termina denominándose análisis es más que nada un conjunto de observaciones sin un esqueleto que, en primer lugar, no se deriva en recomendaciones prácticas; y, en segundo lugar, incluso si derivase en recomendaciones prácticas, no necesariamente se encuentran alineadas los objetivos. Si el día a día no está conectado de alguna forma con la misión, entonces en el largo plazo la probabilidad de ir yendo en la dirección correcta es difusa. El documento parte de la visión y termina en qué mirar cuando se analizan partidos o entrenamientos. Independientemente de que uno esté de acuerdo con la visión/misión, no quiero dejar de resaltar la importancia de poder conectarlas con lo que uno hace diariamente.